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El Hilo de Ariadna II

Señales en la noche

Señales en la noche Sábado, la noche empieza y no tengo plan. Bueno, solamente es cosa de hacer un par de llamadas y ya tengo solución al problema de salir. Hoy tengo muchas ganas de salir, así que si nadie quiere acompañarme, saldré solo. Tras realizar el citado par de llamadas, resuelvo que un chico y una chica serán mi compañía esta noche. Cojo mi viejo Volkswagen, pongo la radio, desenfundo un cigarrillo y conduzco hacia la capital con una sensación extraña y agradable a la vez: una especie de premonición de que la noche será divertida. Necesito que sea divertida.

Entramos en el primer pub de nuestra noche. Reconozco a un chico que conocí en cierta fiesta, así que lo saludo, y poco después me presenta a sus tres amigas. La noche iba bien y estaba bastante cómodo con toda la compañía. De repente, mi mirada se detiene a unos metros sobre una chica que no sé por qué, pero me llama la atención. No es una chica espectacular, no viste de manera extravagante, ni nada raro. Me recuerda a alguien, pero ¿a quién? ¿la conozco? ¡Qué coraje me da cuando me pasa esto de no acordarme! Ella se percata de mi mirada, y yo respondo con una sonrisa a este encuentro. Nada anormal por el momento. Vuelvo a mi realidad (mi compañía) y me dicen que quieren ir a otro pub. Pero el chico y sus tres amigas quieren ir a otro pub diferente. Hora de elegir; odio tener que elegir entre lo correcto y lo que me apetece. Me apetece ir con el chico ese y las tres chicas, pero lo correcto sería ir con el primer chico y la chica. ¿Lo correcto? ¡Pero qué digo! ¡Lo correcto es hacer lo que me apetece!¡Es sábado, joder!

Voy al segundo pub. Las tres chicas son majísimas y el chico parece un tío suave. Me siento cómodo. De repente advierto la presencia de la chica que estaba en el otro pub. Nuestras miradas vuelven a cruzarse. ¡Ya sé a quién me recuerda! ¡Jajajaja! Y yo comiéndome el coco. Se parece a Mira Sorvino. Pero con el pelo castaño. ¡Jajaja! Qué arte. Nuestro encuentro es similar al anterior y hacemos lo mismo: cruzar miradas como dos idiotas.

Salimos la tropa en pos de la conquista de una tercera sala. Nunca había entrado. Una de las chicas conoce al portero y nos ahorramos una cola impresionante. Ya estamos dentro. Esto es enorme. Go-gos, el DJ por ahí enmedio, un chico haciendo malabares con fuego, y muchísima gente. Pero nada era tan impresionante como el hecho de encontrármela por tercera vez. Ahí estaba, hablando con alguien, y esta vez mi mirada no recibió respuesta. "Mírame, mírame", pensé, pero nada, no funcionó. Voy a tener que dejar de creer en las teorías de Shopenhauer. Se fue y no recibí la bendición de su mirada. Pero... ¿tres veces? No, soy demasiado reacio a creer en la casualidad. Es una señal. Tiene que serlo. ¡Voy a tres sitios y la encuentro en los tres! Tengo que ir a por ella y preguntarle su nombre; aún estoy a tiempo. Tres, dos, uno... tiempo. Es igual. A la porra con las señales. Me estoy montando una película que lleva a ninguna parte. Vámonos.

Y fuimos al cuarto sitio. Ahí es donde iba a acabar mi noche y mis tontas teorías. Al menos la compañía era grata, y eso era más importante y real que mis castillos en el aire. Pero... ¡no puede ser! Entra ella y pasa por mi lado, más cerca que en ninguna de las tres veces anteriores. Cuatro sitios que piso y en todos está ella. Como un fantasma. Pero ella es real. Vamos, ReigaR, pregúntale el nombre. ¡Ya! Me acerco, la miro, y antes de que mi boca pudiera formar fonema alguno, ella dijo: "¿tú estabas en el otro pub, verdad?". Claro que estaba, en el primero, en el segundo, y en el tercero, donde también descubrí que ella me había visto pero, según deduzco, no cuando yo la ví. Pero ahora eso no importa. ¡Se va! Impídelo, ReigaR. Las señales te han revelado algo. No le hagas ese feo a las señales, joder. Ya sabes su nombre. ¡Úsalo!

Epílogo: Y lo usé. Me apetecía mucho bailar y lo primero que se me ocurrió fue convidarla a bailar. Aceptó de muy buen grado. No volveré a dudar de las señales. Al menos no de momento. Bailamos hasta el amanecer. Ella y yo solos. La sala estaba llena de gente, pero en ese momento eran todos unos simples monigotes de relleno. Nuestros cuerpos se abrazaban y nuestros labios se rozaban suavemente en las elegantes ocasiones que el baile nos sugería. Después, la llevé a su casa en mi brioso corcel (mi Volkswagen). No sé si volveré a verla... ¿quién sabe lo que el destino me tiene deparado? Pero me llevo algo de todo esto: He reforzado mi fé en las señales.

"Por los frutos conoceréis el árbol"

2 comentarios

ReigaR -

Creo en la oportunidad, mas dudo mucho de la existencia de la casualidad. Para mí, si algo ocurre, es que la naturaleza ha elegido que así sea.
Gracias Fm por tu comentario. Saludos.

Fm -

No esta mal la historia, pero si llegas a tardar un poco más la historia hubiese quedado muy triste, la proxima...mas decisión, la suerte o la casualidad no siempre dan tantas oportunidades. No se quien fue que dijo q A la oportunidad y al hierro hay que machacarlos en caliente!!!